ojos


lunes, 22 de octubre de 2012

LA ZUBIA - Narración basada en hechos irreales... casi todos.

Kafeto me preparó la maleta con todo esmero e ilusión. El viaje que iba a realizar a una de las ciudades más bellas del mundo lo merecía: Granada. El centro de la comarca Vega de Granada como destino de unas pequeñas vacaciones siempre resulta atractivo para cualquier viajero que busque disfrutar de los buenos manjares, tanto en el terreno  con tradición e historia.  Pero no solo eran unas vacaciones.
"No te olvides los zapatos de siete leguas." Me advirtió mi gato a voz en grito. "¡Querrás decir, las botas!" Contesté un poco molesta por la confusión. "No, Koncha. Los zapatos. Las botas son las que usaba el famoso gato del cuento. Esas no vas a necesitarlas, pero sí tus zapatos." 
Sin rechistar, hice lo que Kafeto me aconsejó. Me costó un gran esfuerzo cerrar la cremallera de mi maleta con ruedas (parece ser que las palabras transportín o trolling aún no están admitidas por la RAE) porque mi muy inteligente morroño la había atiborrado de trastos inútiles, tales como un pequeño libro de poesías, la última edición de "El Principito", un trocito de rayo de luna doblado cuidadosamente para que no se deformara y, lo más importante para él, la dirección de la persona a la que debía una visita de cortesía porque, en su momento, escribió una pequeña crónica sobre algunos versos que yo dejé caer, como por casualidad sobre su blog.
"La Vieja Sirena, se llama la Vieja Sirena, le dije,  y vive en un pueblecito a las afueras de Granada, no seas pesado." 
"¡¡No te enteras de nada, Koncha, mira que eres despistada!!" 
Si no me aparto con rapidez, me pega un mordisco en el dedo meñique de la mano derecha, que es con la que yo estaba cerrando la maleta. 
"¡LA VIEJA ENCINA, su nombre es la Vieja Encina! La encontrarás en La Zubia, una preciosa villa situada a los pies de los gigantes de la ruta granadina. La verdadera etimología del nombre procede del árabe "al-Zawiya" que significa «retiro» o «lugar de descanso», ya que al parecer durante la época nazarí La Zubia era un lugar de recreo para la gente pudiente de la capital." Tan enojado estaba mi gato conmigo que ni me fue a despedir a la estación. 
El tren llegó a la capital con inaudita puntualidad. Y ya me dejó más estupefacta todavía la facilidad con que localicé el hotel donde me iba a alojar. Todo sobre ruedas. Ahora faltaba subir a la Zubia y localizar a la señora que había tenido la amabilidad de dedicarle un ratito de su valioso tiempo a mis poemas. Tampoco fue difícil porque nada más preguntar por ella me supieron informar de hacia dónde me tenía que dirigir. Entré en el parque que me habían indicado, confiada en encontrármela sentada en alguno de sus vetustos bancos. Pero allí no había nadie esperándome. 



Un poco aburrida, me dirigí hacia la Biblioteca de La Zubia para preguntar por mi desconocida anfitriona.
Allí me recibió una amable vecina, dijo llamarse Silvia, que casi se parte de risa cuando le hice la pregunta de rigor. Yo no le veía la gracia por ninguna parte, pero me callé, me di la vuelta y retorné mis pasos, de nuevo, hacia el parque, no sin antes rogarle a la simpática Silvia que me sacara una fotografía para recuerdo de mi estancia allí, a lo que accedió gustosa y solícita. 

La hora de la merienda se acercaba y mi señora Vieja Encina no aparecía por ninguna parte. Pero sí se presentó una amiga de Silvia, Maruja, encantadora y agradabilísima (también hacedora de versos como yo) que nos invitó a su casa a tomar un cafelito calentito, acompañado de un exquisito pastel horneado por ella. La tarde fue una delicia gracias a estas dos vecinas salidas de la nada. Cuando me quise dar cuenta estaba anocheciendo y decidí regresar a mi hotel, no sin antes agradecer con entusiasmo el recibimiento y el trato que me regalaron mis dos nuevas amigas. Nos intercambiamos los teléfonos y quedamos en vernos algún día, no lejano. Granada es la ciudad de los mil regresos y La Zubia no le queda a la zaga. No me cabe ninguna duda de que volveré. 
Antes de abandonar el pueblo, me paré un momento para leer un poema que el poeta de allí, Luis Melgarejo, le dedicó hace tiempo. De La Vieja Encina prefiero no acordarme. Porque como me la encuentre en mi próxima visita, más le vale disfrazarse de alcornoque, de nogal o de tilo. ¡No comprendo cómo existen en el mundo personas que le conceden a la palabra dada tan poco valor!
Enfurruñada y decepcionada, volví a mi alojamiento capitalino. Cuál no sería mi grata sorpresa al encontrarme en la recepción a una de mis nuevas amigas, Silvia, con una sonrisa que se le escapaba escaleras arriba, y con el móvil en la mano. "Koncha, es Kafeto. Dice que partas ahora mismo para Madrid. Será él quien venga a entrevistarse conmigo."

Continuará... porque una vez que Kafeto haya encontrado, a través de Silvia, a la señora Vieja Encina, espero que me llame para conocerla, al fin. Lo que no acabo de entender es la insistencia gatuna en que metiera en la maleta mis zapatos de siete leguas.

P.D. Todo parecido con la realidad es mera coincidencia.


15 comentarios:

Marga Ramon dijo...

Qué grande eres para contar historias!! Me alegro muchísimo que disfrutaras del viaje a Granada y en tan buena compañía. Es una ciudad que he visitado en dos ocasiones y no me cansaré nunca de ella, ya estoy pensando en ir otra vez.El poder conocer personalmente a la gente con la que mantienes un contacto, por la blogosfera, es lo más gratificante que uno puede obtener de este mundo bloguero. Yo he tenido la suerte de conocerte a ti y a Silvia y solo puedo decir que sois dos mujeres encantadoras, gracias a las dos por los minutos que compartimos.
Un besazo

Emilio Manuel dijo...

¿Como que todo parecido con la realidad es mera coincidencia?, todo lo que cuentas es una verdad verdadera, solo te ha faltado decir que los "zubiéticos", naturales de La Zubia tal y como por aquí se les conoce, son los mejores del mundo mundial, detrás de los granainos.

Un saludo

Jara dijo...

Cómo me gustan estos relatos de viajes, aunque creo que Kafeto te ha enviado por delante como exploradora para luego llevarse él la gloria de descubrir La Vieja Encina.
De todas formas creo que le has sacado un buen partido a tu viaje, claro que disfrutar de Granada es muy fácil y además La Zubia y con unas estupendas amigas. ¡No se puede pedir más! ¡Qué suerte tienes Koncha!

Unknown dijo...

Me encanta tu historia Koncha, y Kafeto menudo gato espabilado!!!! Granada es una ciudad preciosa y me alegro que hayas disfrutado de tu viaje y tus nuevas amistades.
Un beso.

Rafaela dijo...


Hay veces que la realidad supera la ficción. Esta vez me quedo con que sea un sueño, Me apena verte sentada tan sola esperando y sin Kafeto.
Un beso Koncha.

trimbolera dijo...

Kafeto es un medio tigre - medio águila. Mira que bien se viaja con sus acertadas indicaciones y los zapatos de siete leguas ... seguro que había una buena razón. Besicos.

Anónimo dijo...

Me encanta este relato con personajes a los que admiro y quiero: Tu, Koncha, Kafeto, Silvia...La Vieja Encina. Todo en una Ciudad maravillosa como Granada que siempre me ha fascinado y voy a menudo.
Un abrazo y ronronguaus.

Aglaia Callia dijo...

Este es un relato de la vida real, ciertamente, mira nada más que ver a tantos personajes queridos y siento que a todos los conozco un poco.

Besos.

Rocío - Mis apuntes de lectura dijo...

Enhorabuena por tu blog tiene de todo ;). Que historia tan divertida y que mejor sitio que Granada. Un beso

Mela dijo...

Granada, una ciudad que me gustaría conocer. Me ha gustado tu relato, seguiré al acecho. Saludos.

LA VIEJA ENCINA dijo...

Srta. Koncha del Valle del Kas,la culpa de que no me encontrara fue sin duda de esa amiga suya desmemoriada que la guió, ya que soy una anciana señora muy formal que siempre estoy donde se me requiere, o tal vez y según me ha dicho Kafeto, porque se puso ciega de chocolate y piononos en Plaza Bibrambla.Dicho esto,le aconsejo hacer caso al gatito y no perder de vista los zapatos de siete leguas para cuando nos veamos por fin. Atentamente Vieja encina

Luis Miguel Morales Peinado dijo...

Corroboro lo dicho por la Vieja Encina. Es más, añadiría a lo de ponerse ciega cierto exquisito pisto granadino... Hermana, ni el sabio Kafeto ni la sabia Vieja Encina van a cometer el error de engañarte. Es evidente que la solución está en los zapatos de siete leguas. Y todo esto te pasa por hacer caso a regañadientes a tu versado Kafeto.
¿O quizá seas tú la sabia y lo que quieres es volver a La Zubia?
¡Estoy en ascuas esperando el desenlace de tu aventura!
Muases expectantes.

Margari dijo...

Yo creo que sí, que es muy lista nuestra Koncha, que está deseando volver a La Zubia a encontrase con Silvia, con Maruja y su sabroso cafetito y ese buen pastelito... Y seguro que volverá diciendo otra vez que no ha encontrado a La vieja encina...
¡Precioso relato! Ya estoy deseando leer esa segunda parte...
Besotes!!!

rosalinda5 dijo...

CONCHA EMOTIVO RELATO Y MARAVILLOSO RECUERDO DE UNA TARDE HERMOSA, DONDE PUDE CONOCER A UNA ESCRITORA AÚTENTICA Y A UNA GRAN MUJER.DILE A TU GATITO QUE TE AYUDE A PREPARAR PRONTO LA MALETA PARA VOLVER A ESTA TIERRA DONDE SIEMPRE TE ESTAREMOS ESPERANDO. UN ABRAZO MUY GRANDE DE MARUJA.

RUSKA dijo...

Casualmente vengo de pasar 5 días en Granada amiga mia. Supongo que Kafeto se equivocó y deberia haberte dicho "botas" más que zapatos, por aquello del agua que cayó. Lastima no haber sabido que ibas alli, nos hubieramos visto. Un besazo