ojos


sábado, 31 de diciembre de 2011

¡¡NOS V E M O S EN EL 2 0 1 2!!


31 DE DICIEMBRE

2011 se despide con un regusto de amargura en el fondo de la copa de champán. Pero la vida es caprichosa y le gusta jugar al escondite. Ahora se esconde detrás de una gota de lluvia, mañana lo hará bajo una tímida sonrisa; pasado mañana situará su varita de la fortuna sobre los párpados de tu muñeca de trapo favorita... y así las piezas del tablero de ajedrez, que nos aguarda vacío hasta que las manillas del reloj den las mágicas campanadas, irán depositándose al azar sobre una casilla indeterminada. La ilusión de Kafeto para dentro de 366 días es que no falte ninguna pieza sobre el tablero y que de todas las copas que levantemos el 31 de diciembre de 2012 se desprendan burbujas de entusiasmo, alborozo y optimismo. A la vez que me da este mensaje para que lo transmita a través de mis palabras, levanta su pata izquierda y la ofrece complaciente en un gesto de complicidad y buenos deseos para todos sus amigos y seres queridos. Acto seguido, apoya su cabeza en el hueco del brazo de su silla ergonómica preferida y se dispone a dormir profundamente...        


                         "Anoche cuando dormía 
                          soñé, ¡bendita ilusión!, 
                          que una colmena tenía 
                          dentro de mi corazón; 
                          y las doradas abejas 
                          iban fabricando en él, 
                          con las amarguras viejas, 
                          blanca cera y dulce miel."   ANTONIO MACHADO                                          

miércoles, 28 de diciembre de 2011

MI BLOG ES DE IMPACTO CERO

Geniale.es planta tu árbol junto a ti y en asociación con www.iplantatree.org. Una iniciativa alemana que encabeza algunas obras de repoblación forestal en distintas areas del planeta.


martes, 27 de diciembre de 2011

"LA SOMBRA DE LAS HORAS"

Un recién nacido que va a dar mucha guerra en estas páginas, en las librerías, en los kioskos, en los grandes almacenes y en todos aquellos puntos de venta por los que la Editorial Círculo Rojo lo ha distribuido. Imprescindible para cualquier biblioteca que se precie de tener en sus estantes una pequeña joya literaria del relato corto contemporáneo. ¡¡Suerte, hermano!!

lunes, 26 de diciembre de 2011

UNA PANDERETA SUENA...

El reloj de péndulo rojo y manillas escarlata, ding.. dong.., canta un villancico en lo alto de la pared. Un belén invisible cruza su inmenso río escarchado de lado a lado del salón. En la radio preparan con aroma de almendras el plato preferido de las familias madrileñas. Como todos los años, Chencho se pierde entre las multitudes de la Plaza Mayor. Noche de fiesta por correspondencia, noche de risas al por mayor. Lentejuelas cosidas con hilo de seda al son de panderetas que suenan en el viento, que suenan en los labios, que suenan en las manos de todos aquellos que cada solsticio de invierno celebran unas fiestas milenarias.

Las crónicas narran que antes de que un niño llamado Jesús naciera en la ciudad de Belén, mucho antes de que algunos monarcas de lejanas tierras,  tildados de magos, se presentaran con regalos fastuosos dedicados al nuevo Rey, bastante antes de que un orondo señor con largas barbas blancas y ataviado con vestimentas rojas (inspirado en un santo cristiano llamado Nicolás) cruzara los cielos del Nuevo Mundo montado en un trineo cargadito de obsequios para todos los niños buenos, existió una civilización que, por estas fechas, festejaba una tradición pagana (la del vencimiento del sol sobre las tinieblas) que tenía a la agricultura como uno de sus ejes. Allá por el año 350, a un papa cristiano se le ocurrió elegir el 25 de diciembre para conmemorar el nacimiento de Jesús de Nazaret, aunque nadie conoce el día ni el mes exactos en los que nació Jesucristo.

En el rincón más calentito de la casa, tumbado sobre una mullida alfombra, Kafeto escucha un leve tintineo de  campanillas que viene desde lo alto del invisible árbol de navidad que adorna el salón. Perplejo, se incorpora y camina con sus andares apacibles hacia el lugar de donde proviene la melodía. A medida que va avanzando por la habitación, sus bigotes se arquean, sus ojos se redondean como la luna llena y su hocico inicia unos movimientos de asombro casi imperceptibles... el cascabeleo que le sacó de su descanso se empieza a mezclar con un resonar de panderetas y zambombas.  Aturdido por el estallido de  los diversos armamentos musicales, como una flecha da media vuelta y se desploma sobre la alfombra que abandonó un ratito antes. Cierra los ojos, apoya su barbilla sobre las patas delanteras... y se deja abrazar de nuevo por la ensoñación.

martes, 13 de diciembre de 2011

MARTES Y 13

Mientras un día martes y trece se acerca de puntillas, escucho cómo la vida se debate al otro lado de las ondas entre primas de riesgo, rumores de pasillo, deseos adolescentes y apologías de presuntos maquiavelos. Kafeto dormita encima de una pequeña mesa auxiliar. El tango "Cambalache" (cuya letra parece inspirarse en comportamientos y situaciones de ahora mismo) me sirve de pretexto para preguntarle su opinión con respecto al cariz que están tomando los acontecimientos de índole político-social. Le sugiero la posibilidad de que, en unos pocos años, nuestro planeta se asfixie debido al poco talento negociador de unos políticos a los que les importa un bledo, como al mítico protagonista de "Lo que el viento se llevó", si el aire que respiramos está limpio  de partículas contaminantes o si la temperatura de nuestra atmósfera sube y sube imparable como la cesta de la compra en navidades. Kafeto ni se inmuta. Yo me asusto porque pienso que puede haberse quedado sordo de repente debido a algún mal aire que haya entrado por la ventana esta mañana mientras se ventilaba la casa. Me acerco a él, inquieta,  con intención de comprobar su estado de salud. En un tono de voz enérgico y sonoro le digo si no teme perder alguna de sus vidas por culpa de los irresponsables que se saltan acuerdos y protocolos firmados sobre papeles mojados por torrenciales lluvias demagogas e hipócritas. Entonces, el minino da un brinco repentino, me mira de soslayo, me bufa indignado y se recoloca, pancho y feliz, en el lado más protegido de su sillón predilecto. 

sábado, 10 de diciembre de 2011

DICIEMBRE

Diciembre me cae simpático. No puedo evitarlo. Hace cinco décadas y nueve años que diciembre es mi mes favorito. De pequeña me embargaba la magia de las navidades; luego, cuando descubrí en qué consistía el truco,  llegué a la conclusión de que sería bueno mantener en mi calendario unas fechas en las que las emociones se descontrolan a ritmo de zambomba y almirez. Lo llaman tradición. No voy a cuestionar ahora (este no es el momento) la veracidad de una historia que cuentan ocurrió hace alrededor de dos mil años, pero a pesar de mi incredulidad, diciembre me cae simpático. Mantengo mi propia tradición y en ella caben, sobre todo, las personas de mi entorno que componen el cóctel perfecto y armónico para seguir afirmando con vitalidad y asombro mal disimulado que diciembre es mi mes preferido... ¡Huyyy...! Casi se me olvida comentar que yo nací un 15 de diciembre.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

LA CONSTITUCIÓN

Anoche, mientras recolocaba mis pensamientos,  me propuse dar vacaciones a Kafeto. Se las merecía. Casi seis años aguantándome eran acreedores de un día de libertad fuera de estas cuatro paredes. Y, además, el aniversario de la Constitución era también un buen motivo para poner en la práctica hogareña una pizca de todos esos derechos que, virtualmente, nos adjudica nuestra Carta Magna. Así es que, esta mañana, abrí la puerta de la calle y le dije a mi gato: "Kafe,  te puedes ir a conocer espacios desconocidos, donde te apetezca. Te dejo que disfrutes de una jornada a tu libre albedrío. Sal y ve a través de los tejados hacia aquellos lugares que tú creas únicos en el mundo..." A la media hora de tener la puerta abierta, la temperatura en mi casa amenazaba invierno. Kafeto, alzando su acolchada osamenta, se dirigió con su habitual parsimonia hacia la salida. Se plantó en medio del pasillo y, abriendo las fauces hasta límites insospechados, lanzó un maullido espectacular que traspasó mis oídos como si los hubiera atravesado el más afilado de los cuchillos. Después se dio media vuelta, volvió a su rincón favorito... y se quedó dormido plácidamente. Como es lógico, cerré la puerta de inmediato y, cariacontecida, me puse a meditar sobre el fracaso de mi iniciativa libertadora.