El gato duerme plácido
junto a la estufa recién encendida. Su respiración rodea la estancia como un
muelle en semicírculo que irradiara oleadas de serenidad a cada uno de los muebles que adornan el
aposento.
El sofá donde reposa el
gato está tapizado en tonos pastel. Ni gris, ni verde, ni rosa, ni violeta...
solo en tonos pastel, que rodean la estancia como un muelle, en semicírculo.
Las paredes de la
habitación donde reposa el gato, junto a la estufa recién encendida, aparecen
cubiertas de cuadros al óleo vacíos de contenido. Ni grises, ni verdes, ni
rosas, ni violetas... solo la tela transparente.
El gato bosteza,
mientras arquea sus bigotes hasta rozarlos con el borde de la estufa recién
encendida. El sofá se despereza de la presencia del gato. Los muebles guardan
un respetuoso silencio para no molestar a los óleos vacíos de contenido que
adornan las paredes.
Ni grises, ni verdes,
ni rosas, ni violetas. Solo la tela transparente. Y el gato. El gato que vuelve
a quedarse dormido junto a la estufa recién encendida.
5 comentarios:
Que bonito Concha, es que el gato, Kafeto el solo ya da luz, color y llena todo el espacio cerca de la estufa. Es un amor ese gato.
Besos y ronroneos.
Que guapo Kafeto, con esas barbas parece a Moisés, no me extraña que llene el salón y tu corazón. Besicos.
El aposente entero existe en función del gato, respira con él. Es su alma.
Muy bello, como no podía ser de otra manera, Concha.
Besos
Coloqué una "e" donde debía ir una "o".
Corrijo:
Donde dije aposente, quise decir aposento.
Me gusta tu gato, dueño y señor de la casa y del sofá.
Y me gusta la coincidencia :)) Yo también le escribí hace poco.
Es que son entrañables ¿verdad? Blanco como el tuyo o negro como el mío.
Un abrazo
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