Muy a mi pesar,
hoy me he desayunado con sal de frutas
(para la buena digestión es un remedio)
porque los jugos gástricos, los míos,
han perdido el rumbo y andan locos.
No es fácil digerir un batido de alambrada.
Se enredan los titulares de algún periódico
con la palabra negra del comunicador,
tan retocada y necia como los delfines
que hacen piruetas delante de embobados
espectadores.
Se enredan, digo, para disgusto de mis enzimas,
que se desbarajustan y pierden el sentido
de la orientación. Mi cerebro desaprende su tarea.
Se queda embelesado de una imagen, una, y luego
otra y otra y otra…
No es fácil digerir un zumo de balas recién
disparado.
El plomo es resistente cuando queda bloqueado,
por ejemplo, en la boca del estómago mientras
lo elaboran desde los cráneos que firman sentencias,
como si fuera la compra de un chalet adosado.
No es fácil digerir un cóctel de espuma
sumergida en madera de cayuco.
Las astillas suelen clavarse en la memoria,
una parte muy sensible a corto plazo
de nuestro sistema límbico.
La única dieta recomendada para no sufrir
indigestiones
durante la noche, después de un atentado a la
conciencia,
es reposar los fotogramas y seguir revisando qué ha
fallado
en la armonía de los cuerpos celestes.
C.M.P.
2 comentarios:
Qué grande eres!
Besotes!!!
Me he quedado con la boca abierta, es fantástica tu indigestión, además es sumamente contagiosa !!
Besetes
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