Propiedad privada.
Privada de anchas avenidas
por donde caminar sin espejos retrovisores,
de acariciar otra mano
que no sea la piel que te acuchilla,
de subir al autobús
sin ocupar el asiento del terror,
de pintarte los labios extendidos
para esconder las señales represoras.
Propiedad privada.
Privada de vida,
amortajada con las redes del cazador,
rendida a la ley de las que pierden el nombre,
blanco del hombre que te dejó reir
para caer sobre ti como los cuervos.
Crónica de sucesos:
“Una más. Algo habrá hecho”.
Propiedad privada
todos los días de tu muerte.
“Yo, te quiero a ti como esposo, y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.”
4 comentarios:
¿Se puede decir mejor?
Besotes!!!
Los pelos de punta.
Qué tragedias más negras !!
Contundente, estremecedor, para reflexionar profundamente qué falla en nuestro sistema educativo, en la familia como transmisora de valores y en la sociedad en general para que continúe está violencia depredadora.
Adelante con tus valiosas aportaciones y denuncias, Concha.
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