Click. Buenas noches,
radioyentes. La madrugada nos aguarda. Démosle la bienvenida como si fuera la
primera y la última vez que nos hablamos a través de las ondas… Se tumbó bocarriba sobre el colchón y perdió
su mirada en el infinito. Recordó la primera vez que se encontró con él. Era
minúsculo, oscuro, incómodo y triste, pero al contemplarlo desde el exterior sintió
un escalofrío y supo que sus vidas iban a quedar enlazadas para siempre. Luego,
como en toda relación entre desiguales, surgieron momentos mágicos, momentos
desdichados y momentos donde parecía imposible no abandonarse al frenesí, a la
nostalgia, a la inevitable e insospechada fantasía que habita detrás del espejo
del País de las Maravillas.
Hoy les vamos a deparar
una pequeña sorpresa. Desde Radio
Estudio, en su programa “La hora del gato”, tenemos el honor y la
alegría de conversar en directo con una persona que lo ha significado todo en
el mundo del teatro…
Ella también lo había sido todo en la escena española. Conoció los bajos fondos
hasta casi desintegrarse en ellos. Años duros los que precedieron a su debut
como profesional. Luego, la oportunidad se la brindó un programa de radio. Mejor
dicho, de teatro en la radio. El Teatro invisible. Cada domingo
emitían una obra en directo. El radioteatro fue el primer paso, el primer
respiro, el primer soplo de aire descontaminado que aspiraron sus pulmones.
Sabemos que quienes nos
escuchan a estas horas gustan de la melancolía, de la tranquilidad, de la
seducción y el encanto que nos transmite la música en vivo… Evocó sus comienzos como locutora. Le
ofrecieron competir cada medianoche, desde la parrilla de Radio Música, contra la
tradición de los programas deportivos, líderes indiscutibles en una franja
horaria dedicada casi por entero a los astros del balompié. Ella aceptó el reto
con la ilusión de una colegiala. Al cabo de seis temporadas de éxito
ininterrumpido, un nombramiento inoportuno le privó inesperadamente de seguir
al frente de su espacio habitual. Fue el primer tropiezo, la primera
decepción. Aquella ruptura inesperada la
dejó sumida en la amargura. Intentó retornar al teatro; peregrinó de un lado a
otro en busca de la función perdida. El tiempo no había pasado en vano y la
memoria de los escenarios se tornó demasiado frágil.
Esta noche viajaremos
con nuestra imaginación hasta un lejano país, perdido entre montañas.
Trasladaremos nuestra mente hasta un pequeño pueblecito situado en… La vida le entregó una segunda
oportunidad. Durante algunos años peregrinó de un continente a otro en busca
del reportaje soñado. Corresponsal en Malvinas, enviada especial a Bogotá,
reportera de guerra en Oriente Medio; saboreó las hieles de quienes convierten su
maleta en una segunda piel. Hoteles de tercera, soledades acompañadas de
sábanas malolientes, trenes desvencijados que traquetean entre raíles oxidados.
Sin embargo, ella siempre sonreía con el micrófono en la mano. Por las noches,
asomada a la oscuridad de sus pensamientos, buscaba respuestas sin palabras;
señales mudas que le permitieran acumular las fuerzas necesarias para continuar
con su compromiso de ser la voz familiar que informara a los escuchantes
españoles de los distintos sucesos que acaecían en los confines del mundo.
Click. Apagó la radio. Dejó encima de la
mesilla sus últimos recuerdos y se dispuso a dormir. Deseó soñar. Apretó con
fuerza los párpados y luego los relajó. Acompasó su respiración a un ritmo
lento y cadencioso. Una sensación de paz se fue adueñando de sus músculos. Recordó
su marcha de las ondas. Y se escuchó otra vez, temblorosa, emocionada, vencida
por la nostalgia de la despedida. Queridos radioyentes, les habla Ofelia
García desde el estudio 4 situado en la Casa de la Radio… Esta noche les voy a contar una historia de amor singular; una
historia que surgió hace más de cuarenta años en una modesta emisora de radio,
mucho más reducida y humilde que esta. Una historia de amor que tiene como intérpretes
principales a una briosa mujer y a un
discreto y austero estudio de radiodifusión. Desde que se conocieron, no
pudieron vivir el uno sin el otro. Se transformaron en almas gemelas. Él,
sufrió distintas metamorfosis al cabo del tiempo; un día tenía las paredes cuarteadas
a causa de los terremotos y los bombardeos; otro, lucía espléndidos ventanales
desde los que se contemplaba una bella y sibarita ciudad mediterránea; el
siguiente, aparecía disfrazado de verde
manzana y oro, como si debutara con picadores en la primera plaza de toros del
mundo. Y todo por no separarse de su amada. Han pasado los años. Muchos años. Demasiados
años. Ella ya está jubilada. Pero, todas las mañana sale radiante de su domicilio
camino de la Casa de la Radio. No puede faltar a la cita. Allí la recibe él,
coqueto y perfumado, luciendo un nuevo aspecto más acorde con los tiempos de la
era electrónica. Pero su viejo corazón sigue latiendo con el mismo amor, con la misma pasión que le invadió una tarde,
ya lejana, cuando después de sentir unos versos de José Hierro y el piano de Chopin, apareció la figura de ella tras el ventanal que daba vida a sus acorazados
tabiques.
F
I N
10 comentarios:
Un relato de una vida intensa, de las que cuando lo lees va surgiendo admiración e intriga. Es precioso escuchar a Chopin mientras lo releo. gracias Koncha.
Hermoso relato, Koncha, y con semejante música de fondo, un placer para esta mañana, muchas gracias por compartirlo.
Mil besos.
Menuda historia de amor tan bonita acabas de marcarte y que acierto el acompañamiento. Me has dejado encandilada.
Besos
Muy hermoso y sentimental, amar tu trabajo es un privilegio.
Besos
Me encanta la radio, así que tu relato me encanta.
Tu relato, junto con la música me ha
encantado.
Ay!la radio, feliz compañera de toda la vida y en muchos trabajos.
Besos.
Comparto y disfruto del encantador relato, comparto la maravillosa mísica y comparto tu amor por la radio...
Vamos... ¡Almas gemelas!
Un beso.
Hermosa e intensa historia de amor. Y con esta música de fondo... Preciosa entrada! Gracias Koncha!
Besotes!!!
Una maravillosa Historia de Amor, acompasada por esta gran Música.
Abrazos, besos y ronronguaus.
Hermana, he venido a dar una vuelta por tu emisora. Un poquito tarde, sí. Es lo que tiene vivir en los palacios de invierno... Click. Radio Estudio, a partir de ahora, será mi emisora favorita.
Muases. Click.
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