"Cerca del Tajo, en soledad
amena,
de verdes sauces hay una espesura,
toda de hiedra revestida y llena
que por el tronco va hasta el altura
y así la teje arriba y encadena
que el sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado con sonido,
alegrando la hierba y el oído."
de verdes sauces hay una espesura,
toda de hiedra revestida y llena
que por el tronco va hasta el altura
y así la teje arriba y encadena
que el sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado con sonido,
alegrando la hierba y el oído."
. .
. .
"Escrito
está en mi alma vuestro gesto..." Recuerdo que mi cita la
habíamos concertado para después de una batalla; entre verso y espada, entre sangre
y besos. Lugar: indeterminado. Fecha:
sin concretar. Tú habías partido para la lucha. Eras soldado. Soldado y poeta.
Amante y poeta. Alma convulsa y agitada. Yo te conocí rodeado de endecasílabos,
perdido por las páginas de una antología de esas que llegan a nuestras manos en
tardes de primavera.
"En
tanto que de rosa y azucena..." Me pareciste un poco
cursi, todo hay que decirlo, casi me atrevería a decir, amanerado y pedante. Claro
que, cuando descubrí tus primeras églogas, aún andaba yo con las infidelidades de
Ana Karerina. Perdida mi imaginación por las cumbres del realismo ruso, me
costó trabajo habituarme a tu estética, a tus formas de galán renacentista, a
tu mundo idealizado.
"Yo
no nací sino para quereros..." Sorprendida y
entusiasmada me dejaste en el momento en que me puse a leer alguno de tus
sonetos. Y fue entonces cuando decidí tener un encuentro contigo. Yo andaba por
los dieciséis y no tenía nada claro esto de las rimas, las alegorías y las
esencias poéticas de los mitos de los siglos de oro de nuestra Literatura. Sin embargo,
te escribí una carta, llena de vergüenza y esperanza. Pero ese día, hubo un
fallo en el servicio de correos y mi paloma mensajera no salió a repartir.
"Cuando
me paro a contemplar mi estado..." Esta fue una de tus
estrofas que más llamaron mi atención. Tus reflexiones y las mías se
entrecruzaron con varios siglos de diferencia. A partir de aquí, ya todo fue un
"coser y recitar en voz baja" para que no dijera mi familia, al otro
lado de la puerta de mi habitación, que me había vuelto loca de repente. Yo,
tan comedida y equilibrada, medio majareta por un aventurero del siglo XVI.
"Coged
de vuestra alegre primavera..." Meditaciones a voz en
grito que calaron muy hondo en mi estética interior. Te hice caso. Rebusqué
entre mis reliquias y apareció el sobre. La dirección estaba un poco borrosa,
pero lo metí en otro más grande y escribí: Garcilaso
de la Vega: POETA. Lo recibiste. A los pocos días, encontré tu respuesta en
mi buzón. Podíamos vernos dónde y cuándo yo quisiera; cada vez que necesitara
de tu presencia; aunque fuera a través de los siglos, de los versos cambiados
de fecha, de las frases despojadas de significado por culpa de las modas y las
costumbres. Me instalé, definitivamente, en tus sonetos. Conversábamos en la
distancia como si fuéramos paseando por la orilla del Tajo; me mostrabas tus
versos, sin nombrar en ningún momento tu afición por el arte de guerrear. Sabías
de mi poca simpatía por las banderas y los estandartes.
"Por
vos he de morir, y por vos muero." Tú habías partido para
una batalla. La última. Eras soldado. Soldado y poeta. Amante y soldado. Yo,
por aquel entonces, descubría nuevos caminos de la mano de Miguel Hernández. Soldado
y poeta. Amante y soldado. Veleidades del azar.
P.D. Dedicada a mi amiga Mayte Esteban. Lo prometido, ya no es deuda.
P.D. Dedicada a mi amiga Mayte Esteban. Lo prometido, ya no es deuda.
7 comentarios:
Ya lo sabes, me entusiasma tu relación epistolar con Garcilaso.
Y medio majareta por un aventurero del siglo XVI y por otro del XX un trío maravilloso.
Bgggggguasssshhhh.
Me he sentido como si, desde un escondite, viera pasar esa historia tan real en tus letras y tu forma de contarla, tan viva. Besicos.
Bello, muy bello, iba a decir que me parece poesía, pero es que, es poesía.
Besos.
Las relaciones que se inician en la adolescencia calan hondo. Me han encantado lo bien que no lo has contado y mira, no conozco yo a este aventurero y creo que voy a tener que ponerle remedio. Aunque no caiga enamorada a sus pies seguro que me hace pasar muy buenos ratos.
Besos
¡Pero qué bonito, Koncha! Ha merecido muchísimo la pena esa espera.
Me lo llevo a mi muro para presumir de amiga escritora.
Por cierto, ¿nadie se queda con el guante? ¡Vamos, que esto es muy divertido! Que alguien se anime, por fa!!!
Besos
¡Y yo sin enterarme! Garcilaso de cuñado... ¿O es Miguel Hernández? Ya sabes que yo me quedaría con el segundo, hermana.
Muases intemporales.
Koncha, que te van los uniformes!! Pero qué bonito nos lo has contado! ¿Nos contarás también como fue con Miguel Hernández?
Besotes!!!
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