Felipe, adiestrador de gatos por afición, sube al autobús
para dirigirse a su trabajo. Nadie diría que acude con desgana, aunque en su
entrecejo se dibuja, profundo y desafiante, el surco inevitable de una
ensoñación abortada. Traje impecable. Sueño impecable. Sonrisa de
buenos
días recién acoplada a su boca. Nada más introducir el billete en la
máquina canceladora, le aborda la desagradable comezón
de los encuentros
indeseados. De reojo y con temor, otea por encima de las cabezas de los demás
viajeros, el cercano horizonte. Desde la semipenumbra de sus gafas ahumadas busca
a alguien en el fondo del vehículo y se sobresalta sin remedio: ¡Ahí está, con
ese gesto angelical que tanto le desespera y le saca de quicio, junto al único asiento vacío que hay en el autobús!
La mala suerte de los días impares me vuelve a
perseguir, se lamenta, mientras un escalofrío de rebeldía le recorre la
consciencia. ¡De nuevo ocurre! Siempre a la misma hora. Siempre en la misma
parada. Mira. Observa. Duda. Resopla. Se aterra. Si tuviera una varita mágica se volvería
invisible en ese mismo instante o se lanzaría intrépido a través de la
ventanilla de emergencia... A la suela de sus zapatos, en clara sintonía con su
pensamiento, le gustaría fundirse en un
abrazo infinito con el piso centelleante del vehículo…
¿Me permite pasar?
El viajero aliado del destino sorprende a Felipe con la inoportunidad de
las buenas maneras. Como no hay hueco posible por donde el educado compañero de
viaje pueda adelantarle, no le queda otro remedio que avanzar hacia el único
asiento vacío que hay en el autobús. Mientras
se va acercando al inevitable y enojoso encuentro, como si del último paseíllo
se tratara, maldice y maldice machaconamente para sí la letanía de los felinos
acorralados en el callejón sin salida de las frases repetitivas, aburridas y tediosas de los parecequevallover,
de los eltráficoestáfatalyestonohayquienloarregle…
“¡Señor, oiga… disculpe… debe bajarse… hemos llegado al
final del recorrido…!”
12 comentarios:
Siempre me haces pensar, releer y buscar ... porque tus finales son imprevisibles !!
La de cosas que pasan en los autobuses ¿verdad?, un beso.
Esas escenas que tanto se repiten en nuestra vida cotidiana, queriendo, por momentos hacernos invisibles y esas conversaciones triviales que, a veces, exasperan.
Muy buen Relato, Koncha.
Abrazos, besos y ronronguaus.
¡Que se me escapa el autobús! Yo, simplemente, miro para otro lado... Y me quedo de pie, en el centro.
Muases nocturnos.
Cada autobús es un mundo. Yo cojo el autocar cada día, tengo sitios favoritos. Gente que no me pongo al lado ni loca xq llevan la música a tope, el típico que ocupa mucho sitio, el autobús da mucho juego.....
Un beso Koncha
Me ha encantado lo de adiestrador de gatos, ja ja ja. Un abrazo.
Una historia muy habitual, que nos ocurre a todos aunque no seamos asiduos en el bus y un final del que ya hablaremos. Besico.
¿Cuántas veces nos gustaría hacernos invisibles? Me ha encantado Koncha!
Besotes!!!
:( Ni me acuerdo de la última vez que cogi un autobús, voy andando a todas partes, salvo a la compra grande. Ni siquiera he montado en tren desde hace más de un año y sin embargo soy de perderme en pensamientos sobre los que me rodean.
Sin remedio.
Besos
:( Ni me acuerdo de la última vez que cogi un autobús, voy andando a todas partes, salvo a la compra grande. Ni siquiera he montado en tren desde hace más de un año y sin embargo soy de perderme en pensamientos sobre los que me rodean.
Sin remedio.
Besos
Hola Koncha, me parece que nuestro amigo viajero se había quedado dormido y su parada... a saber dónde se había quedado.
Muy buen relato, me muero si me pasa... imposible, no me duermo viajando y es raro que vaya en autobús.
Besos
Para que no me pase a mí lo que a Felipe llevo yo mi libro siempre a mano, no me duermo y no tengo que entablar conversaciones "de circunstancias".
Me lo he pasado muy bien con tu relato de hoy.
Besos
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