Kafeto me tiene un poco preocupada. Lleva varios días muy callado, en su mundo, poco comunicativo. El caso es que si le hago una caricia, me responde con ronroneos, y si le propongo jugar lanzándole una de sus pelotitas de papel albal a lo largo del pasillo, sale corriendo detrás de la bolita plateada y se enreda con ella durante unos segundos. Pero, insisto, no es el mismo de siempre.
Me da qué pensar este ensimismamiento porque mi gato suele ser dicharachero y parlanchín. Cuando vuelvo a casa, vivo en un cuarto piso, ya escucho desde los peldaños del primero sus maulliditos de impaciente bienvenida. Y mientras introduzco la llave en la cerradura, desde detrás de la puerta los "miauuuuuusssss" se van haciendo más sonoros e insistentes. Este mediodía, Kafeto ha salido a recibirme en silencio. Los ojos aún más brillantes y cristalinos que de costumbre. Las orejas más erguidas. Los andares, entre melancólicos y desafiantes.
Llevo toda la tarde dándole vueltas y vueltas al asunto. Por su salud no temo porque come y duerme de maravilla. Como diría el mejor de los veterinarios, sus constantes vitales son excelentes. Cierto es que sus instintos reivindicativos y solidarios le tienen ocupado y ya anda rumiando su próxima salida... pero, no. Aquí no radica la causa del embelesamiento del minino. ¡Claro... esa es la palabra, embelesamiento! ¡Qué tonta! ¿Cómo no se me ha ocurrido antes? Kafeto tiene todos los síntomas de algo que, tarde o temprano, nos ha ocurrido a todos. Está subido en su nube... tontorrón... se pone farruco si le molesto...
Presiento que ahora me toca lo más difícil y eso que el micho ya pasó la adolescencia. Si es complicado abordar a un hijo (sí, en masculino, que entre madres e hijas el momento es algo menos apabullante) para preguntarle por un posible enamoramiento, no va a ser menos dificultoso tratar de hurgar en la intimidad sentimental de un gato, aunque sea con la mejor de las intenciones.
Después de darle vueltas, y más vueltas, para pronunciar la frase adecuada que inicie entre nosotros la conversación que nos llevará a confidencias más íntimas, lo único que se me ocurre es dejar el embrollo para otro día. Roja como un tomate, me desplomo sobre el sofá. Miro a Kafeto, pero él no me devuelve la mirada. Hundida, fracasada por mi impericia en estos aconteceres, cierro los ojos y busco en la relajación la forma de poner un punto y aparte a estos tragos tan cotidianos como fastidiosos.
Medio restablecida del sofocón, me incorporo y busco la presencia de mi gato. Echo un vistazo a la habitación y no lo encuentro... ¡Qué tonta! exclamo de nuevo. Y de nuevo me asomo a la ventana y veo a Kafeto camino de la parada del autobús, donde le espera una preciosa gata negra, de ojos pardos y cara redondeada y picarona.
13 comentarios:
El amor,que nos vuelve un poco lelos a todos,¿digo un poco?, ¡un mucho! Kafeto no iba a ser menos. Besos
Silvia
¡Mira para Kafeto! Así que está "Tontorrón". Hoy fuí a darle de comer a Fea, que es una gata abandonada y me acordé de mi Kafetín. ¡Que maullado se lo tenía!
Un abrazo, Concha...¡Ah! Para Kafeto, cuando tenga un respiro, un arrrumaquín.
¡Ays, mi Kafeto! Que está enamorado!!! Y mira que nos ponemos tontitos los primeros días, los primeros momentos... Eso sí, hay que informarse de la gatita...
Besotes!!!
Silvia, es que la nueva estación se va acercando y eso se respira hasta por los sentimientos gatunos.
Pedro, seguro que el amor de Kafeto es alguna gatita parecida a Fea.
¡Cómo se nota, Margari, que eres mamá! Tu instinto protector sale a relucir al desconfiar de la amiga de mi gato, jajajá... Bueno, a lo mejor Silvia y Pedro también tienen "cachorrillos" pero disimulan sus miedos...
Besazos a los tres... Lo siento, Pedro, pero en esta ocasión tu gatín está en el desfile de carnaval con su "chica" y no me ha dejado ningún recado para ti.
Ojo, Koncha, pasa que cuando los adorables mininos se enamoran, lo más probable es que hagan como Kafeto, que se vaya tras una coqueta gatita, pero... me pasó en una ocasión que Claudio, mi gato siamés, hizo lo mismo y desapareció durante dos días. Lo encontramos en el techo de un vecino ¡envenenado! Afortunadamente pudimos salvarle y tuvo una larguísima vida, pero a partir de ese momento, hemos castrado a nuestros gatos por su propio bien, no quisimos arriesgarnos a que nadie los lastime. Castrados no sufren y no abandonan la casa.
El amor gatuno es desaforado, jajajaja y en verdad no hay fronteras que separen a un gato en celo de su potencial pareja...
Besotes, Koncha y un cariño muy grande para Kafeto.
Gracias por tus consejos, Liliana, que considero acertadísimos, pero todas las correrías que narro de mi gato son metafóricas. No hay peligro de envenenamiento. Y me alegro un montón de que tu Claudio sobreviviera a la barrabasada que intentaron con él. Un beso de mi parte y un ronroneo de Kafeto.
Si tengo "cachorros" Koncha, dos, solo que en mi caso, ya están algo creciditos,y aunque sigas teniendo miedos, supongo que los llevas de otra forma. Besitos.
¡Pues verás cuando te traiga a la "churri" con los consuegros! Ja, ja, ja. Hace mucho que no digo que Kafeto es sabio...
Todo controlado. He seguido los consejos de Margari y tengo bien vigilada a la picarona. Jejé.
Vaya con Kafeto, como siente la primavera.... habrá que vigilarlo no se vaya con alguna zorrupia que decía mi abuela.
Besos
¡Ay, cómo miráis por el bien de mi "niño"! ¡Qué graciosa tu abuela! Me quedo con la palabreja. Bsazo!
Pues yo tengo dos gatos (hembra y macho, para complicarme un poco más la vida si eso es posible) y también hablo con ellos. Con el pequeño más, porque aunque algunos, cuando lo cuento, no me creen, me entiende... y es un contestón de chupa pan y moja. Y oye, de momento no se me ha enamorado, también es verdad que todavía es un chiquillo, pero miedo me da no saber abordar el tema.
Un beso.
¡Vaya si entienden, Kayena! Otra cosa bien distinta es que nos hagan caso. Porque los gatos, como la mayoría de los adolescentes, son contradictorios por naturaleza: Cariñosos, pero esquivos; seguros de sí mismos, pero tambaleantes ante el abandono; obstinados, pero se rinden a la primera carantoña. Al menos, esa ha sido mi experiencia... y Kafeto es el quinto gatito que ha pasado por mi vida. Bsazo!
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